
El 28 de Junio, mientras los argentinos acudíamos a las urnas, un golpe patronal y militar llevaba a Honduras nuevamente a la época de las cavernas. Manuel Zelaya Rosales, presidente legítimo de los hondureños fue secuestrado en su casa y enviado fuera del país.
Zelaya, ganadero y perteneciente al tradicional partido Liberal, no es precisamente un exponente de ideologías izquierdistas. Su pecado fue comprender, con la vertiginosidad de los que saben dónde están los peligros de nuestros pueblos, que la crisis financiera de Estados Unidos, pronto correrá a todos los ámbitos y que, junto con los europeos, tratarán de mitigarla transfiriéndola a nuestro continente.
Con este horizonte a la vista, Zelaya no dudó en realizar pequeños cambios positivos para las clases más desprotegidas: ningún salario puede estar hoy por debajo del costo mínimo de la canasta familiar: 152 dólares mensuales, las empleadas domésticas deben acceder a todos los beneficios sociales, mayor participación de las instituciones de la comunidad en las políticas de estado, entre otras cosas.
Esto irritó a los poderosos, pero lo que colmó el vaso fue la decisión de entrar al ALBA (instancia de asociación y cooperación similar al MERCOSUR y Grupo Río) y suscribir dos convenios prioritarios:
• La importación de petróleo venezolano a más bajo costo que el que hoy mantiene con EXXON y Shell, entre otras multinacionales
y otro relacionado con Cuba por el cual
• Proveerá medicamentos genéricos más económicos que los comercializados por Roche, Bayer, etc.
La agrupación de países del mundo subdesarrollado es una estrategia eficaz que pone barreras al poderío económico, político y cultural-informativo de las potencias mundiales.
En estos países cuanto mayor es el acceso a la educación, cuanto mejor es la salud pública y sobre todo, cuando existe soberanía alimentaria, las sociedades de cualquier país están en mejores condiciones para defender a esos gobiernos que las promulgan.
En consecuencia son saboteados y descalificados los impulsores de estas propuestas de Unidad Latinoamericana.
Por tales motivos las transnacionales farmacéuticas, agroquímicas, etc., y sobre todo el complejo industrial militar estadounidense promueven crear el caos y la división entre nuestros pueblos y sus gobiernos: como el conflicto entre uruguayos y argentinos por las papeleras, el divisionismo territorial en Bolivia, Ecuador y Venezuela, el narcotráfico y guerrilla en Colombia, la agresión en Amazonia y la asistencia a los escuadrones de la muerte contra los Sin Tierra y la población indígena de Brasil.
Aunque Estados Unidos siga manteniendo su maquinaria intervencionista con tanques y multinacionales, latinoamérica se hermana y con convicción le muestra su puño.
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