
Cuando la gripe aviar se manifestó con tendales de aves muertas y sacrificadas, la farmacéutica transnacional Roche con su famoso Tamiflú vendió millones de dosis para la cura; principalmente a los países asiáticos, donde había surgido el brote. Y aunque el Tamiflú es aún de dudosa eficacia, el gobierno británico, por las dudas, compró millones de dosis para su población.
Con la gripe de los pollos, Roche y Relenza, las únicas farmacéuticas que venden los antivirales, obtuvieron miles de millones de dólares en ganancias.
Por aquellos tiempos, el Ministerio de Ciencias Farmacológicas y Salud de India, anunció el descubrimiento y eficacia de un medicamento genérico, a un costo muy por debajo del Tamiflú, que puso a disposición de la Comunidad Europea, estadounidense y asiática.
Los medios sí se ocuparon de ello pero para descalificar su eficiencia y eficacia.
India sólo pudo utilizarlo puertas adentro y recién en estos años empezar a comercializarlo a cuentagotas.
En estos meses volvió a estallar la pandemia de la gripe porcina.
Muerto el gallo apareció el chancho.
Y... ¿adivinen que medicamento sirve para combatir la gripe porcina? Sí, ¡acertó! el Tamiflú que Roche pone a la venta a la módica suma (sólo para que su salud esté resguardada) de 50 dólares la caja.
La empresa norteamericana Gilead Sciences tiene patentado el Tamiflú. El principal accionista de esta empresa es el que fuera Secretario de Defensa de George Bush: Donald Rumsfeld.
Para llegar, sobre todo al poder político de la potencia más grande del mundo, hay dos opciones, tener un poquito de dinero. O representar a los grandes grupos económicos.
Los accionistas de las farmacéuticas están felices por las ventas millonarias.
También lo están los políticos que tienen la información necesaria para saber qué elasticidad tiene la cuerda que también ellos están estirando.
¿Nuestros pueblos? bien, gracias.
Un día nos espantan, otro nos dicen que la cosa va mejor y cuando queremos acordar, nos cambiaron el tema.
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