
La línea de transporte local se destaca, en este distrito, por el servicio brindado y por la comodidad de sus coches. Pasajeros contentísimos.
Aunque se han agregado horarios de servicios hasta la localidad de Las Pipinas y Punta del Indio, las unidades de transporte continúan en condiciones deplorables.
Noviembre y Diciembre fueron testigos de las peripecias que los pasajeros debieron padecer por esta situación; sólo en estos meses se rompieron dos veces a la altura de Vieytes mientras que los viajantes tenían que esperar obligatoriamente al costado de la ruta con el sol en la cabeza y el consejo de “mejor hacé dedo”; además, entre otros acontecimientos. Prenderse fuego, inhanición y finalizar el trayecto en la plaza de Verónica sin previo aviso a los pipinenses. Descartamos todas las demás peripecias a lo largo del año, principalmente el insufrible febrero-marzo tres de la tarde a la altura de Oliden o a la entrada de La Plata donde el micro amaga no arrancar luego de bajar pasajeros.
Al parecer desde la empresa adoptaron nuevas modalidades de atención: ausencias de cortinas en el colectivo más grande, aire acondicionado demasiado alto (tanto como para pulovercito cuando afuera pasa los treinta grados), o calefacción extrema en invierno para recordar el verano, alambre para atar la salida de emergencia del techo que se abre debido a la correntada de aire, ventanillas abiertas aún en los días fríos y el rollito de alambre y pinzas varias para que el chofer trate de solucionar el problemita si se llega a quedar por el camino y ahorrar el llamado de emergencia a la central. Y por supuesto, el aumento del pasaje que al parecer todavía no lo afectó la crisis.
Atrás quedaron los días en que los pasajeros podían viajar parados sobre el total del porcentaje de asientos; por esta razón los lunes principalmente, es imposible respirar si se viaja desde el distrito hacia La Plata porque no se puede estar de la cantidad de personas a bordo, y si se tiene que bajar antes de la terminal usted debe luchar contra una masa humana compacta que abarca el pasillo del colectivo que lo mirará con mala cara cuando intente pasar con el bolso; luego de este primer tramo si llega a tiempo para avisar al chofer puede considerarse más que afortunado.Y para enmascarar esta situación prohíben que los pasajeros sin asiento suban en la terminal, pero sí en 44 o en otros puntos de referencia.
Esto es de conocimiento de las autoridades porque siempre viajan policías, quienes también se ven afectados por el desborde de pasajeros porque tienen que ir parados en la escalera contra la puerta y bajarse de la unidad cada vez que sube algún otro.¿Por qué no dicen algo para mejorar la situación? Cuando el usuario se queja, la excusa de la empresa es: “no podemos dejar a los que suben en el camino”; “si no le vendés pasaje la gente se enoja” y enseguida la comparación con otras partes del mundo. Claro, el detallecito es que por allá los medios de transporte están en condiciones óptimas y pasan frecuentemente. Mejorar el servicio es cuestión de previsión, con una sola empresa el rol controlador del Estado Municipal debería ser más activo y no dejar librado al juego de oferta y demanda una necesidad distrital.